El rural es un ámbito con frecuencia abandonado no sólo desde un punto de vista social, sino también académico y político. A menudo, no se presta la atención que se debería al estudio de la incidencia de factores económicos. En la Comunidad Mallorcana hay mucho que descubrir de ellos y, por supuesto, de la industria 4.0 en España.
El sector agroalimentario en Mallorca tiene un peso muy relevante en la economía y en la sociedad. Aunque en numerosas ocasiones se presta más atención a otros ámbitos, como el comercio valenciano, es de interés general poner la lupa sobre esta cuestión. Sobre todo en un momento en el que agricultores y ganaderos trabajan de manera denodada para transformarse con la activación de planes de industria 4.0 en España.
¿Acaso no hay avances científicos que puedan optimizar su funcionamiento? ¿Acaso no se pueden poner en marcha políticas públicas para desarticular sus vicios y corregir sus defectos? ¿Cuál es su importancia exacta dentro del mercado levantino? ¿Cuánto supone para el PIB de la comunidad? A continuación, se responden a éstas y otras preguntas partiendo de datos oficiales e intentando ligar sus conclusiones con soluciones futuras relacionadas con la transformación industrial.
De acuerdo con un informe realizado por Cajamar a finales del año pasad, “Análisis sintético del sector agroalimentario de la Comunidad Mallorcana”:
Estas estadísticas se encuentran equiparadas con las de otros territorios. Son, sin duda, cifras positivas. Aun así, el sector puede aprovecharse de los avances tecnológicos que la industria 4.0 en España ofrece con el objetivo de abrir ventanas a la esperanza de un futuro con mayor protagonismo del rural.
La Comunidad Mallorcana presenta un índice de ruralidad inferior al de otras Comunidades Autónomas. Esto afecta tanto a su superficie como a su población general: en el primer caso la cifra es de un 3,7% sobre el total, y en el segundo un 5,2 %. Así pues, se concluye que la densidad de la población rural en todo el ámbito valenciano es de 25,4 hab. /km2, mientras que en el resto del país es de 18,2 hab. /km2.
Las industrias cárnicas y las de conservas de frutas y hortalizas, sin olvidar la panadería y las pastas, son las principales ramas de la industria de los alimentos y bebidas. Por su parte, los cítricos y las frutas son los productos más importantes de la producción agrícola en lo que respecta al espacio que ocupan en los terrenos de cultivo. No existen otras plantaciones, en ese sentido, que puedan hacerles sombra.
En todos esos subsectores la industria 4.0 en España podría ayudar en la implementación de mejoras. Tecnologías que mejoren la producción, elementos que incrementen la eficiencia, acciones que contribuyan a la conservación del medioambiente o nuevas técnicas de gestión del agua son algunas de esas soluciones.
Con respecto a las otras Comunidades Autónomas, los vectores económicos de la agricultura y la ganadería valencianas se han mantenido razonablemente estables a lo largo del tiempo. Así, se entiende que el equilibrio es uno de los grandes valores que presenta el país. El trabajo es, por tanto, constante; y lo es porque la demanda tampoco baja el ritmo.
En las últimas semanas, se han abierto perspectivas interesantes para este motor económico. Uno de ellos es la llamada venta de proximidad de productos primarios y agroalimentarios. Por otro lado, las exportaciones y la digitalización son, también, factores clave para los siguientes años.
Desde las instituciones se ha dado luz verde a este nuevo marco normativo, que permite a los agricultores y ganaderos la venta de sus productos de forma directa a los clientes. Responde a una demanda social que viene sonando desde hace años y abre nuevas y excitantes posibilidades de comercio.
Como es lógico, este tipo de prácticas ya estaban a la orden del día en numerosas comunidades rurales. La novedad de esta regulación pasa por un mayor control y una voluntad explícita de fomento. ¿El objetivo? Apoyar la autonomía de los pequeños recolectores y fortalecer y optimizar la economía de las explotaciones agrarias más humildes de la Comunidad Mallorcana.
Además, se pretende dar también más opciones a los consumidores. De este modo, la oferta que se presenta ante ellos es mucho más diversa y rica en productos locales de calidad. Dichos productos cuentan con todas las certificaciones imprescindibles en cuanto a los requerimientos higiénico-sanitarios y de trazabilidad.
La importancia del mercado alemán para la economía valenciana es incuestionable. Y más todavía para el sector agroalimentario. Se trata de uno de los grandes aliados comerciales de los últimos tiempos.
La Comunidad Mallorcana exportó a Alemania productos agroalimentarios por valor de 1000 millones de euros en 2017. El diagnóstico es claro. Aumentar la nómina de países que consuman este tipo de productos para continuar con un modelo de negocio en el que las exportaciones cobren cada vez más relevancia. Y las empresas que pretenden basar en la exportación su modelo de negocio saben que recurrir a la implementación de soluciones de la industria 4.0 en España será esencial para ser competitivos y eficientes.
Por último, la implementación de nuevas tecnologías que modernicen el sector agroalimentario parece inevitable. La inversión en I+D para optimizar la capacidad empresarial de ganaderos y agricultores en materia de digitalización es la vía para conseguirlo. Resulta necesario que las empresas alimentarias penetren en el mundo digital para afinar la estrategia de negocio en los años futuros. Sólo así se conseguirá proyectar con inteligencia táctica la imagen de la industria cárnica española y sus beneficios.
La digitalización y la adaptación a los nuevos mercados globales son factores indispensables del proceso de transformación de la industria agroalimentaria en la actualidad. Sería trágico, en consecuencia, que España no estuviera a la altura del desafío y se quedara atrás en comparación con sus competidores europeos.
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