La revolución industrial moderna pasa, de manera indefectible, por la implantación de trabajadores autómatas en las fábricas y en el sector servicios. Se trata de una realidad constatada no sólo por los estudios que proyectan experiencias futuras, sino también por el propio presente laboral. Y siempre surge la misma duda. ¿Acabarán los robots con una cantidad inasumible de puestos de trabajo? Es hora de acabar con este debate de una vez por todas con las cifras en la mano.
La llamada cuarta Revolución Industrial está trayendo de cabeza a los analistas. Consiste en la automatización de las actividades en las plantas de producción, la digitalización masiva y la modernización de los sistemas informáticos. Todo ello implica mejoras notables, pero también abre algunos interrogantes. Por una parte, se valora muy positivamente el ahorro financiero que supone esta práctica. Pero por la otra, se cuestiona la compatibilidad de robots y puestos de trabajo.
Las máquinas industriales autónomas crecen exponencialmente; y las proyecciones de cara a los siguientes años es que lo sigan haciendo. Por eso mismo resulta polémico este tema cuando se pone la lupa sobre la situación laboral de la plantilla.
Los robots industriales han tomado el control de una importante cantidad de roles. Y se teme que esta automatización paulatina acabe destruyendo empleo. Además, los robots no sólo están presentes en los trabajos en serie, sino que han ampliado horizontes. Ahora también pueden encontrarse en los hoteles, en los supermercados o en los almacenes. ¿Hasta qué punto son compatibles con los humanos?
Si se pretende resolver de manera definitiva esta disyuntiva, sólo hay que prestar atención a las cifras disponibles actualmente. Una de las compañías más innovadoras en el uso de los robots es Amazon. Sus drones trabajan en el stock y en el reparto de los productos vendidos. Pese a que en los últimos tres años los drones hayan pasado de 1.500 a 45.000, el ratio de contratación de trabajadores humanos en la empresa no ha bajado.
¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo puede ser posible que se mantenga el índice? De acuerdo con los expertos, los robots ayudan a mantener el ritmo y a incrementar las dinámicas de venta. Esto baja los precios y permite a la compañía aumentar los beneficios, lo que repercute en la contratación de más personal. ¿Cómo?
Y a mayor productividad, mayores facilidades para bajar los precios. Si los productos son más baratos, el público los consumirá más, aumentando la demanda. Esto conduce a la necesidad de más trabajadores. Así pues, los robots no sólo no destruyen empleo: lo generan. La fórmula es aplicable a todos los ámbitos. También en el sector de la automoción, el principal según las estadísticas del Ministerio de Industria en aplicar el trasvase humano-máquina.
El de más cantidad de trabajadores no es el único beneficio. Cuanto más generosas sean las ganancias, mayores serán los salarios pagados. Dicha circunstancia puede llevar al incremento de la inversión o al incremento del consumo, lo que también conduce a una producción más vasta y, por lo tanto, a más empleo.
De acuerdo con el investigador Ian McKinsey, los humanos no están, ni mucho menos, obsoletos. Tampoco la incidencia aparentemente disruptiva de los robots en el mercado cambia eso.
Según el planteamiento de McKinsey, los trabajadores automatizados no reemplazarán en el futuro por completo a los de carne y hueso. Más bien contribuirán a completar y perfeccionar las labores acometidas por éstos. Las máquinas, por lo tanto, no empezarán a sustituir a todos los trabajadores, sino que gran parte de esas ocupaciones se automatizarán en un tanto por ciento requiriendo de:
Todo lo que haga un robot debe estar previamente diseñado por un equipo compuesto de trabajadores especializados. Por más que la Inteligencia Artificial permita a la tecnología resolver de manera autónoma situaciones cada vez más complejas, siempre es imprescindible una guía elaborada en función de unos objetivos.
¿Quién vigila a los vigilantes? Hasta ahora, en el sector laboral la gente estaba acostumbrada a que fuera la tecnología quien ejerciera ese papel, gracias a las cámaras de seguridad. No obstante, los robots ahora necesitan de compañeros humanos capaces de controlar que sus acciones se enmarquen dentro de la programación inicial.
El trabajo llevado a cabo por el robot también está sujeto a examen. Es preciso evaluar si la programación definida es la adecuada y si está rindiendo conforme a las previsiones establecidas.
De este modo, se concluye que los robots vienen a colaborar con las personas, no a despedirlas. Si los humanos no están atascados en tareas rutinarias, encontrarán algo mejor que hacer. Los trabajadores del almacén de Amazon podrán empacar más cajas porque no están trepando por los estantes o buscando ítems en la base de datos. Y los obreros de la fábrica podrán, asimismo, aumentar la producción con la ayuda de los robots, lo que podría repercutir en más beneficios para la empresa y más salario para ellos.
Es posible impulsar la creación de empleo en lugar de su destrucción al abrazar la robótica y la Inteligencia Artificial. Para ello, los nuevos emprendedores y los referentes de la industria tienen la responsabilidad compartida de abrir nuevas ventanas de oportunidades.
¿Cómo? Mejorando la formación de sus trabajadores actuales en cuestiones técnicas para que estén preparados a afrontar el desafío tecnológico del mañana. Al capacitar a los miembros de la empresa en habilidades nuevas y emergentes será posible equilibrar la situación cuando los robots se generalicen.
La sociedad en su conjunto también tiene un reto por delante. Debe modificar el prisma con el que recibe los cambios y ser inclusiva en lugar de remisa. O, según el dilema clásico de Umberto Eco, integrada en lugar de apocalíptica. No hay que pensar que los robots vienen a empeorar las condiciones, porque la realidad manifiesta de manera clara que las consecuencias serán positivas a medio/largo plazo.
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