El consumo colaborativo se define como una interacción entre dos o más sujetos, a través de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad a una o más personas. Es un concepto que se está expandiendo y que ha dado lugar a la economía colaborativa en el turismo.
Permite a los individuos cubrir necesidades a partir del intercambio de activos y habilidades subutilizadas. Es un modelo de consumo alternativo en constante crecimiento, impulsado por Internet y las nuevas tecnologías. Se basa en prestar, alquilar, comprar o vender productos en función de necesidades específicas. Es incluso posible que el dinero no sea el único valor de cambio para las transacciones.
Es un concepto muy amplio en el que existen varios tipos de relaciones que varían en función de las necesidades y los productos. Destacan las siguientes:
La economía colaborativa en el turismo tiene un papel importante. Es importante para las agencias de viajes y demás operadores conocer las ventajas y desventajas, así como su impacto en el sector. La colaboración siempre ha estado presente, pero el peligro viene de su unión con las nuevas tecnologías en el turismo, como son las redes sociales e Internet en general. Esta fusión ha dado lugar a un fenómeno imparable.
En España existe una normativa que regula todos los agentes turísticos. Para ejercer esta actividad, hay que cumplir con una larga serie de requisitos que incluyen licencias, permisos, seguros y avales. Pero esto no ocurre habitualmente en la economía colaborativa, donde se ofrecen servicios a un coste muy inferior al no tributar.
Por el momento, las empresas turísticas tradicionales se ven abocadas a convivir con esta situación. La manera de hacerlo es determinando con claridad el público objetivo y valorar que los clientes que buscan otras alternativas no responden a este perfil. El uso de una habitación compartida no sustituye a un hotel ni un conductor ocasional a los transportes clásicos. Pero existe una demanda de regulación de estas actividades, para que todos los agentes afectados vean equilibrio entre sus obligaciones y la falta de ellas en la economía colaborativa en el turismo.
En Mallorca se han celebrado el año pasado dos eventos relacionados con este tema, desde los dos puntos de vista. A finales de septiembre tuvo lugar un congreso del grupo de investigación en regulación de la sharing economy dirigido por Andrés Boix. En él dieron respuesta a las múltiples preguntas que esta nueva realidad plantea, centrándose en los aspectos laborales más interesantes, como la economía colaborativa del alquiler.
Desde la otra perspectiva, el Grupo de investigación en la economía de la cultura, Econcult, organizó un evento a principios de octubre. En él se reunieron agentes de las regiones del Mediterráneo Europeo para contemplar la economía colaborativa como una oportunidad para el desarrollo territorial, económico y social.
Pau Rausell, director del grupo, declaró que estas oportunidades “son especialmente relevantes para las regiones mediterráneas de Europa, ya que son las más afectadas por la crisis, están especializadas en sectores con una mayor implantación de experiencias asociadas a la economía colaborativa (como el agroalimentario, el turismo o algunos servicios a las personas) y, además, las culturas mediterráneas han entendido tradicionalmente los mercados no solo como espacios de canje de bienes, sino también de socialización e intercambio de experiencias, emociones y sensaciones”.
Mallorca también tiene una relación directa con el proyecto OpenDoors, diseñado con el objetivo de establecer una red transfronteriza para la divulgación de la economía colaborativa como catalizadora del crecimiento territorial, social y económico. Este plan incluye una declaración de Mallorca en la que plantea la voluntad de promover el conocimiento, la difusión y la implantación de acciones colaborativas y de cooperación como vectores inductores de la innovación y anuncia la intención de constituir una red mediterránea de apoyo a dichas prácticas. Esta proclamación cuenta con el respaldo de la Consellería de Economía Sostenible.
La Administración Mallorcana está dando pasos para combatir los riesgos de la economía colaborativa en el sector y su anteproyecto de ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad es una herramienta excelente para tratar de regular la industria.
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